La nueva dictadura de los restaurantes

Publicado el 25.02.2015


El mundo de la gastronomía no gozaría de tanta fama si no se hablara de este noble arte o  se dejara de inmortalizar imágenes de platos que despiertan la libido. Las redes sociales, los blog y Webs, no hacen más que verificar este hecho y mostrar que la fotografía marida con la gastronomía.

Llevamos ya más de un año escuchando voces discordantes y un cierto malestar con las fotos que sacan los comensales (gourmets, profesionales o no) de sus platos favoritos o de lo que se embuchan a diario. Seamos sinceros, un restaurante que no tiene fotos o comentarios publicados por clientes en páginas de reservas, blog o redes sociales, inspira poca confianza. Pero ¿qué pasa cuando fotógrafos y fotógrafas sobrepasan la raya de la buena educación? A veces los flashes o las ‘maniobras’ fotográficas incordian a clientes y a restauradores . Aquí comienza una parte de la disputa.

Hay restaurantes en los que se prohíbe sacar fotos a la comida, como por ejemplo el estelado  DiverXo o en La Grenouillere de Alexandre Gauthier.  Por otra parte hay restaurantes que hasta tienen en cuenta la iluminación apropiada de sus mesas, para que quienes quieren llevarse un recuerdo en condiciones de su paso por allí. La cosa llega hasta tal punto que se ha inventado una máquina fotográfica  llamada Dinnercam. El juguetito es un mini set que se coloca en los restaurantes, así los comensales pueden también tener una foto a nivel pro y todos contentos: clientes y restauradores. ¡La polémica está servida!

Desde luego que habrá quien saque fotos para lucirse frente a sus conocidos o para posturear en Instagram, pero ¿no es lícito querer tener un recuerdo de una experiencia o momento agradable? La comida se relaciona con la necesidad de alimentarse pero también con la de distenderse y disfrutar. Por otra parte, como clientes pagamos por nuestra comida por lo cual con el producto comprado podemos hacer lo que nos de la gana: comerlo frío, no comerlo, refregarlo por nuestras partes o sacarle una foto. ¿A alguien se le ocurriría prohibirte que saques una foto al último para de zapatillas que te compraste?

Es cierto hay fotógrafos compulsivos, pero ese no es un problema atribuible a todas las personas que sacan fotos de sus comidas. Sólo se trata de tener un poco de sentido común y no importunar a los demás, pero la falta de esta virtud lamentablemente se extiende a todos los ámbitos. Por otro lado, prohibir no es nunca la solución de nada. Lo cierto es que cada vez hay más gente que se vuelca a la fotografía gastronómica como también quienes se inclinan por los fogones, aunque los resultados en ambos bandos son (irremediablemente) diversos. Lo que es intolerable es que a algunos y algunas se les suba el ‘divismo’ a la cabeza y se comporten como dictadores/as. Un buen plato de comida muchas veces se acerca a una obra de arte, pero no nos pasemos con las tonterías, los derechos de autor y otras cosas que no vienen a cuento con las ganas de vivir una linda experiencia y buscar tener un recuerdo para compartir.

 

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