Lola Bel conquista con su garnacha peluda

Si echamos la vista atrás, ya te anunciamos al presentar a su hermano el vino blanco Els Ceps de la Via Verda, que un rosado con nombre de mujer nos daría que hablar. Nos referimos a Lola Bel, un vino rosado de la Denominación de Origen Terra Alta y que Elías Gil (gerente de la bodega situada en Horta de Sant Joan), ha hecho de esta elaboración en Les Vinyes del Convent, todo un homenaje a su madre.

Y ahora que se acerca el día de la madre es quizás cuando he entendido que debía hablar de este rosado. Pero no nos equivoquemos si hablamos de este vino (que es rosado) y lo vinculemos a mujeres. El vino no tiene ni género ni sexo. No podemos ni debemos asociar el color o el tipo de vino, a mujeres u hombres. Es un regalo de la naturaleza para personas y no para diferenciarnos con prejuicios. Hablamos de este vino porque su creador le dio el nombre de su madre (y por extensión, a todas las madres), quizás una de las cosas más bonitas que alguien puede hacer en el mundo del vino, que es poner el nombre de la mujer más importante de su vida, porque se la otorgó.

Les Vinyes del Convent es una moderna bodega de muy pocos años de creación, pero que desde prácticamente el minuto cero ha ido cosechando reconocimientos a la par que viña y vinos. Esta justo a los pies de Els Ports que se alzan majestuosos como Reserva de la Biosfera por su belleza y por su flora y fauna. Águilas y buitres sobrevuelan estas tierras que dan como fruto una uva autóctona: la garnacha peluda, con la que se elabora el vino que nos ocupa hoy.

El diseño diáfano y elegante de su botella sin etiqueta, enamora a primera vista. Tapón de cristal como toque distinguido y el nombre Lola Bel en la línea central de un pentagrama, en el que adivinamos una única nota en clave de sol.

De color rosa coral, limpio y brillante, apreciamos un delicado ribete azulado al inclinar la copa. A copa parada florecen las rosas con frutos rojos y en movimiento, la grosella, la cereza y las fresas silvestres se mezclan con naranja sanguina y un salado toque fosfórico. En boca es fresco, de paso agradable y con una equilibrada acidez que recuerda de nuevo a los frutos rojos y dejan un largo recuerdo, en la boca, y en la mente.

Sommelier Javier Campo, para Los Foodistas

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