15 pasos sencillos para hacer una cata de vinos

Publicado el 28.03.2017


Para hacer una cata de vinos como ejercicio de divertimento, no se precisa el ser un sommelier profesional. Unxs amigxs y unas botellas de vino pueden ser muy instructivo si tenemos en cuenta unas mínimas pautas que os contamos a continuación…..

Cata sencilla de vinos

1- Elige un grupo de amigxs que les guste el mundo del vino y que estén dispuestos a probar más allá de lo que ya conocen.

2- Un vino diferente por cada uno de los que participan en la cata. Mucha gente, muchos vinos. Menos gente, menos vinos (o dos – tres botellas por cada amigo). Esto es una buena fórmula para probar cosas diferentes y no gastar mucho dinero. Ponerse de acuerdo es interesante para no repetir una marca, (que Murphy está siempre predispuesto a fastidiarnos la vida….).

3- El lugar donde se realizará la cata es importante. El que tenga el salón más grande y la mesa más grande se convierte en el perfecto anfitrión. Buena temperatura, sin olores y con buena luz.

4- El material que se precisa no es mucho: un mantel blanco para todos o un DIN A3 por persona. Un sacacorchos. Una cubitera si hay que mantener la temperatura fría. Un jarro para sobrante (escupidera) u otra cubitera. Papel y boli para apuntar cosas. Agua para beber y limpiar la copa y picos de pan.

5- Las copas son importantes. Una copa decente es importante. Nada de vasos ni copas de la cristalería que te regaló tu abuela cuando te casaste hace 17 años. Una buena copa no tiene por qué costarte mucho dinero, sin embargo es primordial para apreciar todo los matices del vino correctamente.

Lo que se precisa para hacer una cata de vinos, no es mucho

6- Un conductor de cata. Para esto no hace falta carnet. En cada grupo de amigxs tenemos un “tirao palante”. Lo mejor es que seas tú.

7- Organizar el orden de los vinos que vamos a tomar. Una buena fórmula (que no la única) es empezar por blancos jóvenes, blancos con crianza, espumosos, rosados, tintos jóvenes, tintos con crianza y si hay vinos especiales como dulces, generosos, etc. dejarlos para el final. Repito. No tiene por qué ser así exactamente. Dependiendo del nivel de conocimiento, los vinos se colocan solos en su sitio.

8- Sujetar la copa bien, por favor. Por el pie, por el tallo, pero nunca por el cáliz.

9- La fase visual es la primera de las tres. Aquí lo que hacemos es mirar el color del vino. Si es brillante, cristalino, turbio, etc. Apunta en tu papel lo que creas. No lo pienses mucho. Lo divertido es que no es un examen. Si crees que se parece a algo, escríbelo.

10- La fase olfativa no hace falta explicarla mucho. Primero hueles el vino a copa parada. Luego giras la copa y hueles el vino tras darle movimiento. Cuidado no te lo tires encima o sobre tu vecino. Una buena manera es poner la copa sobre la mesa y poner la mano plana sobre el pie de la copa de tal manera que el tallo quede entre los cuatro dedos. Si aprietas hacia la mesa y haces el movimiento de girar (véase Karate Kid en la parte de Pulir Cera) el contenido no suele caerse. Venga. Ya le has dado vueltas y vuelves a oler. Apunta a que te recuerda. No tengas vergüenza de decirlo o de apuntarlo. Recuerda que es un juego de divertimento y no un examen. Además, estás entre amigos. No existe el ridículo.

Para hacer una cata de vino, no hace falta ser sommelier

11- La fase gustativa es la tercera y última. Tenemos que probarlo. Se puede hacer de varias maneras. Recomiendo encarecidamente no tomárselo de un solo trago como si fueras Clint Eastwood en un Salón de Sundance. Sobre todo si tienes que probar muchos porque esta práctica perjudica bastante el estado de sobriedad.

12- Volver a las fases olfativa y gustativa ya que el vino es dinámico. Es un elemento vivo y evoluciona en la copa con el tiempo y el oxígeno.

13- La puesta en común de todos los resultados nos va a dar una visión del vino mucho más acertada del mismo. Pero siempre hay que tener en cuenta los parámetros base que son el “me gusta o no me gusta.

14- Utilizar un lenguaje cercano es más que suficiente para definir el vino. Se puede hacer referencia a cosas cotidianas. Un vino puede recordarte a un caramelo Sugus (de los amarillos), a piruleta… a tienda de golosinas, a panadería (por el aroma de las levaduras)… En fin, cosas que sean identificables. Decir que te recuerda a «las enaguas recién almidonadas de una monja Ursilina», es bastante cursi e ineficiente, sobre todo teniendo en cuenta que no todas las personas tienen a su alcance olfativo las intimidades de un convento.

15- Ayudar a recoger todo antes de marcharse de casa del anfitrión que se queda todo hecho unos zorros y con la alegría del momento le dejamos todo el marrón.

Como veis, para hacer una cata entre amigxs, sólo hace falta tener ganas y por supuesto, buen vino. ¡¡A vuestra salud!!!

Javier Campo Sommelier, para Los Foodistas

 

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