Vinos Biodinámicos, hablando en plata

Publicado el 29.11.2016


Vinos ecológicos, naturales, biodinámicos, vinos ‘normales’… En fin ya no sólo elegimos entre tinto, blanco o rosado, sino sobre la manera en la que están hechos. Hoy “hablamos en plata”, te explicamos sin tapujos qué son los vinos biodinámicos

biodinámica

Vinos biodinámicos

En mayor o menor medida, casi todxs conocemos cómo se elabora un vino. Pero ¿en qué se diferencian los vinos que conocemos de los biodinámicos? Todo comienza, básicamente, con un señor llamado Rudolf Steiner, un filósofo austriaco para más señas, que afirmaba que los terrenos de cultivo son organismos vivos. Me explico. Mejor dicho, él, explicaba que existe una relación entre la tierra, las plantas y los animales, amén de su relación con los astros,.

Partiendo de estas afirmaciones, podríamos pensar que se trata de falsas creencias New Age o de cuentos raros. Sin embargo, a pesar de que su trabajo se desarrolló en los años 20 (del siglo pasado, claro), trascendieron la época. Además, a la luz de los resultados de la puesta en práctica de sus conceptos, la cosa tenía cierta lógica.

La vitivinicultura biodinámica es ecológica, con ciertos matices de diferenciación. No se utilizan ni pesticidas tóxicos, ni fertilizantes artificiales sino aerosoles con preparados vegetales y minerales, que no resultan agresivos para el terreno, la vid y sus fruto, en este caso: el vino.

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Preparados biodinámicos, que se entierran cerca de las viñas

Probablemente, los más conocidos sean los preparados llamados “el 500 y el 501”. Ambos tienen como protagonista el cuerno de una vaca, lleno de tierra negra y cuarzo molido. El cuerno se entierra y se deja descomponer durante el invierno, para luego recuperarse en primavera. Su contenido se mezcla con agua, se rocía sobre la vid y así se evita la aparición de hongos.

Para preparar los abonos se utilizan diversos tipos de plantas infusionadas, las cuales también se emplean como remedios medicinales naturales. Se entierra o se rocía sobre estiércol, que luego será utilizado como abono para las cepas. A esto debemos añadir el calendario lunar (entre otros) para sembrar, vendimiar, podar, etc. ya que la influencia de los astros es esencial en el trabajo biodinámico.

Como todo en ésta vida, la vitivinicultura biodinámica tiene partidarios y detractores igual que los vinos naturales y los ‘¿artificiales?’, por ponerle nombre a los no naturales. Realmente, ¿tanto nos hemos equivocado durante la larga historia del vino como para tener rechazarlos y utilizar nuevos métodos? ¿O es que no son tan ‘nuevos’ y volvemos a los antiguos? La polémica está servida.

Personalmente y desde la humildad pienso que cada uno debe hacer el vino como le sale de los toneles. Está muy bien que la gente tenga opciones en el mercado y que conozca las elaboraciones. Está muy bien que la gente pueda consumir el mejor vino. El mejor vino es el que más te gusta a ti y no el que diga otra persona.

Los cultivos biodinámica creen en la influencia de los astros sobre las vides

Los cultivos biodinámica creen en la influencia de los astros sobre las vides

Tenemos unos estándares de vinos, con unos estándares aromáticos, con unos estándares de sabores y con unos estándares de elaboración. Pero ¿quién ha establecido esos estándares? Pues probablemente, entre todos. Así que no nos llamemos a engaños y nos rasguemos las camisas con falsas moralinas.

Lo más importante es el respeto, la humildad y la prudencia. Los vinos “normales” o los ecológicos y/o naturales no están de moda por si solos. Somos las personas las que hacemos eco de este fruto de la tierra. Sin embargo, hay que remarcar que poner de vuelta y media al resto de los vinos, para lograr vender más de ciertos vinos, llámense naturales, ecológicos o biodinámicos, es una estrategia comercial que no demuestra nada sobre la calidad del resto de producciones.

Lxs consumidorxs tienen el poder de elección. Prueba, compara y se queda con lo que más le gusta. El que no prueba y no compara, pero se atreve a juzgar sin probar, no tiene derecho a llamarse consumidor. Ni crítico. Ni especialista. Tan solo es un bocazas, hablando en plata.

Javier Campo, para Los Foodistas

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